¿DÉCADA GANADA? LA CRUDA REALIDAD EN LA ARGENTINA K
Una década donde se habló del crecimiento económico y las mejoras salariales, pero que si analizamos los datos en detalle: la informalidad y precarización del empleo aumentó junto con las ganancias de los bancos
Si tenés poco tiempo, estos son los puntos clave:
- El discurso kirchnerista se refiere al período entre 2003 y 2015 como la «década ganada».
- En 2003 Néstor Kirchner asume la presidencia afirmando que hay que apostar al capitalismo nacional.
- Desde 2003 a 2012 creció considerablemente el empleo privado.
- Durante los gobiernos de CFK las ganancias netas del sistema bancario aumentaron en un 512%.
- En este período, el 12% de los niños entre 5 y 17 años realizaba algún tipo de trabajo.
- Para 2013, el 50% de los trabajadores tenía un empleo precario y más del 50% de la nueva generación de adultos estaba excluida del sistema de seguridad social.
El discurso kirchnerista se ha basado en afirmar que hubo una “década ganada” entre 2003 y 2015, donde se puso fin al período de declive durante el último cuarto del siglo XX (1976-2001).
Estos últimos 25 años estuvieron caracterizados por un alto endeudamiento con el exterior, la fuga de capitales, el retroceso voluminoso de la industria manufacturera, la desintegración del aparato productivo, una alta desocupación, la ruptura del tejido social y el comienzo de fenómenos nuevos como una pobreza estructural del 30% y el aumento creciente de la inseguridad.
El 25 de mayo del 2003, Néstor Kirchner asumió la Presidencia de la Nación afirmando que “no va a dejar atrás las convicciones por haber entrado a la Casa Rosada” y que hay que apostar al “capitalismo nacional”.
Lógico, cuando asumió, estaba todavía latente el “Que se vayan todos” del diciembre del 2001 y la pauperización social acuciaba niveles relativamente graves.
Los doce años de Gobierno kirchnerista estuvieron impregnados por algunos cambios coyunturales y un relato instalado que hablaba de un “crecimiento económico alto con inclusión social”, “industrialización”, “bajos niveles de pobreza”, desocupación y hambre, el nuevo protagonismo de la clase trabajadora, etc. Pero la realidad ha distado mucho de eso. Pues el relato, relato es. Y los hechos es lo que vale a la hora de extraer conclusiones.
La clase trabajadora durante el kirchnerismo y el menemismo
El modelo capitalista del kirchnerismo estuvo basado en bajos salarios, empleo no registrado y precariedad laboral. Además, se suma una proporción de población obrera sobrante y una pobreza estructural no resuelta.
En el 2013, un 50% de los trabajadores tenía un empleo precario o hacía trabajos de indigencia, y más del 50% de la nueva generación de adultos estaba excluida del sistema de seguridad social.
En el sector privado registrado argentino, en el período 2003-2012, todas las ramas de la economía, salvo la pesca, incorporaron fuerza de trabajo. Pero esa incorporación estuvo liderada por sectores que se caracterizan por tener un elevado empleo no registrado como la Construcción, que creció en empleo en 171%, Hoteles y Restaurantes en 113%, Explotación de Minas y Canteras con 98%, Comercio y Reparaciones con 87%, Actividades Inmobiliarias con 81% y Agricultura y Ganadería.
El empleo no registrado para el segundo trimestre de 2013 en Construcción rondaba el 65,4% (69% un año después), al tiempo que Hoteles y Restaurantes se ubicaba en el orden del 50,1%. En Agricultura y Ganadería el 61% de trabajadores de este sector estaban en negro en 2014.
En 2014, en total el nivel de informalidad fue del 42%, si a eso le sumamos los cuentapropistas en esa condición. En síntesis, había 7 millones de trabajadores en condiciones no registradas.
El kirchnerismo terminó con más trabajo no registrado que el menemismo, sea que lo midamos en promedio, en porcentaje y demás.
En 1993 el trabajo no registrado era del 33,9%, fue del 37,5% en 1998, 34,3% en 2011 y 34,4% a fines de 2014, según datos del INDEC. De esta forma, el promedio porcentual de empleo no registrado entre 1991 y 1999 fue del 33%, mientras que, entre los años 2003 y 2014, fue del 39%, según datos del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS).
Para 2012, en Argentina el 37,7% de los ocupados en áreas urbanas eran trabajadores informales y el cuentapropismo alcanzaba al 21,82% de los ocupados. De igual manera, el salario promedio de los cuentapropia representaba, en promedio en la década de los ‘2000, el 80% del salario promedio de los asalariados registrados (datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social).
Mientras que en el período 1991-1999 el porcentaje promedio del salario de bolsillo del empleo “en negro” constituyó un 59% respecto del salario “en blanco”, en la última década (2005-2015) ese porcentaje sólo alcanzó al 44%.
Decimos que fue un modelo basado en salarios bajos porque las ramas productivas que más aumentaron su participación en el mercado de trabajo y las que dinamizaron la creación de empleo fueron las peor remuneradas como la Construcción, Hoteles y Restaurantes, Actividades Inmobiliarias y las actividades que comprenden salarios bajos (de 1767 a 2900 pesos) ocupaban una gran porción del mercado laboral privado con el 61,46%, mientras que las de salarios medios (3000 a 4400 pesos) tenía el 33,67% y las de salarios altos (4500 a 9900 pesos) tan solo el 4,8% (en base a datos del año 2012).
Esta distribución ha empeorado con respecto al 2003, porque las ramas con salarios bajos tenían el 58,5 % del mercado laboral privado. En nueve años los sectores de remuneraciones medias y altas perdieron casi 1.800.000 puestos de trabajo. Se trata del 69% de la totalidad de puestos creados en el período en todo el sector privado formal.
Por último, en 1996, la composición de asalariados registrados en el sector privado con peores salarios constituía un 54%, mientras que, en el año 2014, ese porcentaje se incrementó a un 62%. Se superó al menemismo.
No solamente eso, sino que las ramas de peores remuneraciones fueron deteriorándose en relación a los de las fracciones mejor pagas de la clase obrera argentina.
El salario real promedio en 2011 era más bajo que en el 2001, teniendo en cuenta un índice de base 100 (2001), fue del 98,9% en 2011.
Un estudio del Centro de Investigaciones y Formaciones de la República Argentina (CIFRA) también confirmó lo dicho, afirmando que estaban un 1,3% debajo del 2001. El salario real promedio de 2005-2015 constituye un 88,3% respecto del que rigió en toda la década menemista y se encuentra muy lejos del poder de compra del conjunto de los asalariados en los años previos a la instauración de la última dictadura militar (un 66,7% respecto del período 1970-1974).
La Secretaria de Trabajo, Noemí Rial afirmó, asimismo, que en la alimentación los costos salariales a valor dólar estaban más bajos en el 2010 que en el 2001 (Suplemento Cash, Página/12, 5 de septiembre de 2010).
La proporción de trabajadores que recibían un ingreso por debajo del salario mínimo, vital y móvil era del 43,7 % para el año 2011. Ese mismo año, los salarios de los trabajadores públicos bajaron, en comparación al 2001, al 71,17 (con base 100).
Más crecimiento pero menos empleo de calidad
Entre 2003 y 2008, la economía argentina creció a tasas bien altas, en un contexto con superávits gemelos (incluye fiscal y comercial), tasas de interés a nivel internacional cercanas al 0%.
Mucho se dijo de que las clases medias y trabajadoras pudieron salir del infierno del 2001 y se gozó de una mejor época con salarios de buen poder adquisitivo, el aumento de la producción industrial y la apertura de fábricas, aumento de las exportaciones, etc.
Sin embargo, al 10 de diciembre del 2007, cuando Néstor Kirchner deja el poder, el 5% de los argentinos se quedaba con el 25 % del ingreso total del país.
Según un estudio de la consultora CCR, solo 500.000 familias (ese 5%) tenían un ingreso mensual promedio de $20.876, mientras que el 80% recibía de $4.000 para abajo. Dentro de este ochenta por ciento, el 55% recibía menos de 2.200 pesos por mes promedio, (siempre en base a valores del 2007).
Un estudio de IDESA del año 2010 señaló que ni con la creación de 2 millones de puestos de trabajo formales a partir de 2004 fue suficiente para conseguir que el grueso de la población ocupada resuelva sus problemas de empleo.
A la fecha existían 4 millones de trabajos no registrados, 1,4 millones de desocupados y 3,6 millones como cuentapropistas (donde hay gente que hace changas y subocupados).
Y según señaló SEL Consultores, las mejoras de la producción y del consumo no estaban vinculadas al aumento del salario real ni a la recuperación del trabajo, sino al incremento de las horas trabajadas. Esto significa que hay una mayor intensidad de uso de la dotación de trabajadores existente.
En 2013, había 6.800.000 trabajadores precarizados, más que en el 2000 que eran 6.500.000 de empleados (datos de FIEL). La desocupación era del 9% según datos de FIEL en 2013 (mientras que para el INDEC era del 7%). Además, la misma Fundación detalla una tasa de informalidad del 40%, que perjudicaba más a los más vulnerables.
En los sectores más pobres la informalidad se encontraba en el 40,7%, el desempleo llegaba al 16,3% y los trabajadores sin seguridad social conformaban el 83,7% para el año 2012.
El subempleo inestable (trabajos de muy baja remuneración, sin protección social y alta inestabilidad) se duplicó entre 2007 y 2012 en los segmentos más pobres, pasando del 16,5 % al 30,6%.
Las condiciones de vida
En el año 2013, el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina publicó un informe titulado “Heterogeneidades estructurales y desigualdades sociales persistentes” donde quedaba explícito que había 10 millones de personas en la línea de pobreza que no tenían empleo registrado, ni educación de calidad ni vivienda digna, y un servicio de salud insuficiente.
Entre 2004 y 2012, la brecha social entre la clase media y la clase baja había aumentado, en términos de calidad de vida.
En 2004, un 68,7% de los hogares no tenía conexión a la red de cloacas, y en 2012 ese porcentaje apenas disminuyó al 61,3%. En los niveles medios y altos solo era del 8,1%.
La conexión a la red de gas natural fue peor: en 2012 había más hogares sin la red de gas (68,5%) que en el 2004 (68,2%). En los niveles medios-altos ese porcentaje era del 6,3%, mientras que en el 2004 llegaba al 10,8%.
En 2001, había 2.640.871 hogares deficitarios mientras que en el 2013 eran 2.700.340 hogares deficitarios.
Alrededor de 3 millones de personas se encontraban en la malnutrición y el 10% de las viviendas no tenía agua corriente y el 30% de ellas no tenía cloacas.
El 37% de los jóvenes no había terminado la secundaria y un quinto de ellos no estudiaba ni trabajaban (NI-NI).
En la Década Ganada de la Argentina K ni los niños se salvan, pues el 12% de los niños de entre 5 y 17 años debía hacer algún trabajo.
En el 2010 el Índice de Desarrollo Humano (IDH) ajustado por desigualdad dio para Argentina un valor de 0,622. En cuanto a la desigualdad de género, Argentina tenía un valor del 0,534 para el año 2008.
La situación de los hogares
El 20% de los hogares precisaban de ayuda estatal y un 23,5% un programa de asistencia social permanente. De 500.000 hogares, el 25% no accedía al valor real de la canasta básica alimentaria, según valores de 2013.
Para ese año, un hogar constituido por padre, madre y dos hijos necesitaba un ingreso mínimo de $3900 para no ser pobre según datos de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), mientras que para el INDEC solo $1750.
En noviembre de 2013 este hogar típico necesitaba solamente $2200 mensuales únicamente para comprar alimentos, mientras que para el INDEC solo bastaban $769.
La diferencia entre el ingreso que le llegaba a los sectores más pudientes y a los sectores más pobres era de 20 veces, teniendo en cuenta que cada habitante de los centros urbanos disponía mensualmente con $3525 (unos $407 por dólar al tipo de cambio oficial y $259 por dólar al tipo de cambio paralelo, a valores de 2014). Estos datos fueron dados por el mismo INDEC en relación al tercer trimestre de 2014, donde se contaban ingresos laborales y de cualquier otra forma.
Un estudio de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE) afirmó que un trabajador necesitaba en promedio 84 salarios para comprar un departamento de 60 m2 al 30 de diciembre de 2010, mientras que en la década de 1990 necesitaba 50 salarios.
Los bancos los verdaderos ganadores de la Década K
Pero no todos perdieron. Los bancos constituyeron un ejemplo de embolsar grandes ganancias, a tal punto de conquistar el podio mundial de rentabilidad, liderando el ranking mundial que elabora el FMI.
En agosto de 2014, el sistema financiero argentino presentaba la rentabilidad más alta de los países que conforman el grupo G-20, medido por la rentabilidad sobre activos (ROA) que, según el informe sobre bancos presentado por el Banco Central (BCRA), acumulaba en agosto de ese año el 4,5 % interanual.
Si lo medimos por la Rentabilidad sobre el Patrimonio Neto (ROE), en junio de 2014 fue del 38,3%, alcanzando un pico del 29,5% a finales de 2013. Un margen muy superior al del periodo de la convertibilidad, cuando la ROE promediaba el 16 %. El incremento fue tan fuertemente, que en el 2003 solo promediaba el 7%.
El spread bancario (el margen bruto que obtiene entre la tasa de interés pasiva que paga por los depósitos y la tasa de interés activa que cobra por los préstamos) fue del 24,2% en enero de 2014, cuando en el período 1995-2001 fue de un promedio del 10,45%.
Entre 2008 y 2013, las ganancias netas del sistema bancario aumentaron en la exponencial cifra de 512%, pasando de $4.757 millones a $29.143 millones.
La renta de la tierra desde 2003 hasta 2013 pasó del 5% del PBI hasta el 17% del PBI. Es decir, se triplicó.
Entre 2003 y 2009, los subsidios del Estado a las grandes empresas aumentaron un 345% en términos reales, según un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA) en enero de 2011.
Las 500 empresas más grandes de la Argentina obtuvieron un margen de ganancia sobre el valor agregado promedio del 30,7% en la era K (Encuesta Nacional a Grandes Empresas del INDEC y Cuenta de Sectores Institucionales, 500 empresas no financieras, de la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales).
Según otro informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) en base a los datos de la Encuesta Nacional a Grandes Empresas del INDEC, la rentabilidad promedio de las 500 empresas más grandes de Argentina fueron de 21.063 millones de dólares entre 2012 y 2015 (segundo gobierno de CFK), mientras que fue de 16.035 millones de dólares entre 2016 y 2019 (gobierno de MM).
Las ventas promedio de las 500 firmas más grandes alcanzaron los 258.767 millones de dólares entre 2012 y 2015, y fueron de 221.901 millones de dólares entre 2016 y 2019.
La ganancia anual promedio por trabajador fue de US$ 25.678 durante la segunda administración de CFK mientras que en el gobierno de Macri fue de USD 19.274.
En junio de 2012, la revista Mercado enumeró por orden de mayor a menor las ganancias de las empresas en la Argentina: primero la Minera Argentina Gold (filial de la Barrick) y el segundo la petrolera Pan American Energy (60% propiedad de la inglesa British Petroleum). Tenaris (Techint) está en el lugar 13; Telecom y Telefónica en los meritorios puestos 10 y 18 respectivamente, y Monsanto en el 21.
El 3 de mayo de 2013, la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández afirmó en Twitter: “Vamos a encontrar muchísimos empresarios y empresas K, en la República Argentina, porque se han cansado de ganar plata bancos y empresas”.
A confesión de parte, relevo de pruebas. En ese mismo tiempo, afirmó que “la juntaron en pala”.
Vamos a encontrar muchísimos empresarios y empresas K, en la República Argentina, porque se han cansado de ganar plata bancos y empresas.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) May 3, 2013
Al igual que el 15 de noviembre de 2011 sostuvo también que “ganan fortunas, las levantan y las llevan fuera del país”. En septiembre de 2019 en un acto en La Matanza otra vez afirmó sobre su Gobierno que “mientras estábamos nosotros, que decían que éramos horribles, se cansaron de ganar plata”.
Fuentes bibliográficas
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¿DÉCADA GANADA? LA CRUDA REALIDAD EN LA ARGENTINA K
Una década donde se habló del crecimiento económico y las mejoras salariales, pero que si analizamos los datos en detalle: la informalidad y precarización del empleo aumentó junto con las ganancias de los bancos
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Redactor en El Punto Medio, realiza investigación económica. Estudiante de Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA).