EL ROL DEL CAPITAL INTERNACIONAL EN LA INDUSTRIA LOCAL

¿Industria argentina? Poco y nada queda realmente de capitales argentinos en la industria nacional
EL ROL DEL CAPITAL INTERNACIONAL EN LA INDUSTRIA LOCAL¿Industria argentina? Poco y nada queda realmente de capitales argentinos en la industria nacional
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El punto de partida de la gran industria argentina comienza de la mano del empresario Ernesto Tornquist, quien en 1887 funda la Refinería de Rosario y más tarde la Compañía Azucarera Tucumana. En 1891 adquiere el frigorífico Sansinena, un par de años después participa de la fundación de Cervecería Palermo y en 1902 se asocia a los talleres metalúrgicos Rezzónico, Ottonello y Cía, que luego sería TAMET (Talleres metalúrgicos). Finalmente para 1907 establece la Compañía de Productos Conen (fabricación de estearina, glicerina, velas, jabones y ácido sulfúrico) y funda Ferrum (metalurgia).

El grupo financiero Leng Roberts promueve industrias en la primera década del siglo XX. Este es un consorcio británico que participa en la industria vitivinícola a través de las Bodegas Tomba y Bodegas Germania, la fábrica de galletitas Bagley y otras firmas de renombre. Asimismo, acrecentaron sus intereses en rubros en empresas ligadas a la industria del azúcar, textiles como Alpargatas o papeleras como Casatti y La Papelera Argentina

La cervecería Quilmes (Brasserie Argentina Quilmes) del grupo alemán Bemberg, en el ramo de la industria de bebidas, con 48 plantas industriales manejaba el 52% del mercado de cervezas argentino en 1908. Para 1930 concentraba el 80% de ese mercado (Belini, 2017)

En un informe de 1907 de la Casa Baring se señala: “en los últimos dos o tres años el desarrollo de las empresas industriales ha crecido rápidamente”. Asimismo, indica que “naturalmente en las empresas industriales se emplea mucho capital extranjero”.

En la Argentina de aquel entonces, las empresas argentinas que no tuvieron contacto con el capital foráneo, llegaron a ser grandes firmas cuando estrecharon vínculos con el capital financiero internacional. Así fue el caso de las metalúrgicas TAMET y SIAM Di Tella y la textil de calzado Alpargatas.

TAMET comenzó con un pequeño taller alrededor de 1880, y a inicios del siglo XX fue absorbida por Tornquist. Esta última, tiempo después, sumaría otra empresa argentina, la Compañía Argentina de Hierros y Aceros de Pedro Vasena.

La empresa de SIAM se convierte en Sociedad Industrial Americana de Maquinarias Di Tella en 1927, y pasa a depender de la norteamericana Westinghouse.

La Fábrica Argentina de Alpargatas fue iniciada por un comerciante y fabricante de alpargatas argentino. Para la década de 1880 se transforma en satélite de los fabricantes ingleses de lona Douglas Fraser y Sons.

En el rubro azucarero (agroindustria de importancia en aquel entonces) Schlej afirma que a medida que progresa la industria “los capitales extranjeros, técnica y financieramente capacitados, desplazan a una parte de los capitales genuinamente nacionales y se apoderan de la dirección de la industria”.

Así ocurrirá también con los ferrocarriles y automotores. En los primeros, si bien el Estado nacional y provincial van a tender un no despreciable tendido de líneas férreas, pronto el capital imperialista británico se lo apoderará; en 1890 su dominio es casi absoluto luego de la mal privatización del Ferrocarril Oeste, reconocida por Roca, Pellegrini y toda la burguesía terrateniente. En el caso de los autos, proliferan las plantas de armado y montaje que instalan los estadounidenses en la década de 1920 (Ford, General Motors, Chrysler).

Rubro por rubro

La firma Heinonen Sociedad Anónima, Comercial e Industrial quiere instalar una fábrica de papel y cartón. Para eso, inicia gestiones en Estados Unidos para obtener la colaboración del capital americano.

Un industrial argentino posee la única fábrica de máquinas de escribir en el país y desea ampliar sus ganancias. Para ello, la vende a la Remington Rand y se queda con un interés minoritario. Así ocurre con la fábrica EMA.

La Fábrica Argentina de Lápices quiere instalar una nueva planta industrial, y, por ende, se asocia a la firma norteamericana Eberhard Faber Pencil Co.

En la composición de las organizaciones, sorprendentemente, pasa lo mismo. Entre los más destacados socios fundadores de la Unión Industrial Argentina, se hallaban notorios socios de capitales foráneos como Otto Bemberg (cervezas), Bagley (galletitas), Campomar, Conen, Noel (dulces), Rigolleau (vidrios), Shaw, Tornquist y Urien. Hasta los presidentes de la misma institución fueron personas como Guillermo Padilla (del pulpo petrolero yanqui Standard Oil) o Luis Colombo (agente del capital imperialista inglés Leng Roberts).

Edificio original de la Unión Industrial Argentina (UIA) en Avenida de Mayo al 1147/57.

En el rubro textil, las firmas más importantes (Alpargatas, Masllorens, Fabril Financiera, Textil Oeste, Sudamtex, Sedalana, etc.) están vinculadas de alguna manera con el capital extranjero. Según Weil, las principales firmas industriales argentinas parecen ser dependientes de grandes consorcios internacionales.

Las empresas metalúrgicas argentinas importantes instaladas en su momento se hallan ligadas de igual a modo al capital internacional, como SIAT con SIAM-Westinghouse y de ARTAC con Acevedo y Shaw, Garavaglio y Zorraquín, Tornquist, o Republic Steel Corp. Una fábrica metalúrgica de Haedo dedicada a la producción de caños soldados en espiral pertenece a la American Rolling Mill Co.

Otras firmas de renombre en este campo como Rosatti y Cristófaro, Cura, Protto Hermanos, o Fundición Mira también acudieron al capital foráneo como también muchas pequeñas empresas se asociaron al mismo para fabricar heladeras, televisores, lavarropas, acondicionadores, repuestos para autos, etc.

La metalurgia es la disciplina que se encarga de la producción de derivados de metales como aleaciones.

En el caso químico se sigue el mismo camino. La papelera argentina La Celulosa Argentina S.A., de gran dinamismo en los años treinta, construyó una planta electrolítica para adquirir soda cáustica. Entonces, vino Duperial y se conformó una nueva compañía: Electroclor S.A. Argentina, y cada una tomo el 50% de cada capital.

Ni la industria autopartista históricamente nacional se salva, ya que los capitales foráneos tienen un gran control sobre la concesión de patentes y licencias de fabricación. Una fábrica de aros de pistón rosarina, la más moderna en su subsector, esta controlada por Borg Warner International Corporation y Bord Piston Ring Corporation.

Observemos un caso de centralización y concentración del capital: Fabril Financiera tiene una fuerza laboral igual que 12.000 fábricas argentinas y su capital tres veces mayor que el producto anual de 28.000 compañías argentinas.

De acuerdo al censo de 1935, en ese tiempo, existían setecientas grandes empresas, con más de 100 trabajadores cada una, y arrojaban montos de ganancias equivalentes a 39.600 establecimientos de menor cuantía.

Gatopardismo empresarial

Incluso hay que destacar, que un número importante de sociedades anónimas y empresas que se presentan como “argentinas” no lo son, y así buscan los capitales internacionales ocultar su cada vez mayor presencia dentro de la esfera económica nacional.

Las empresas del Estado argentino corren la misma suerte que las empresas privadas. La empresa estatal siderúrgica SOMISA estuvo financiado por el capital norteamericano y su creación, además de ser promovida e impulsada por el Ejército, fue hecha, asimismo, por empresas metalúrgicas vinculadas al capital financiero internacional como STAM y TAMET y la American Rolling Mill Co (ARMCO).

Incluso empresas privadas como ACINDAR y sus socios extranjeros dirigían el directorio de SOMISA. Recordemos que, para instalar la planta de acero integrada de la firma, hubo que pedir un crédito al banco extranjero estadounidense Eximbank durante el gobierno de facto de 1955-1958 y que fue finalmente concretado durante la presidencia del radical Arturo Frondizi.

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Redactor en El Punto Medio, realiza investigación económica. Estudiante de Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

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