LA ÚLTIMA DICTADURA EN PIE DE EUROPA

Bielorrusia es hogar de una dictadura sumamente terrible y aun así poco conocida
LA ÚLTIMA DICTADURA EN PIE DE EUROPABielorrusia es hogar de una dictadura sumamente terrible y aun así poco conocida
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Si tenés poco tiempo, estos son los puntos clave:

  • Con la caída de la Unión Soviética en 1991, las repúblicas que la conformaban pasaron a ser independientes, Bielorrusia es una de ellas.
  • Bielorrusia es el único país de la ex URSS que mantiene los símbolos soviéticos, de hecho, sus servicios de inteligencia aún se denominan KGB.
  • En 1994 Aleksandre Lukashenko es elegido presidente, gobierna desde entonces.
  • El standard de vida alto que mantiene Bielorrusia permite explicar la permanencia del régimen.
  • El gobierno bielorruso es sospechoso de desapariciones forzadas de periodistas y activistas políticos.
  • En 2020 se desarrollaron una serie de protestas tras la sospecha de elecciones fraudulentas. Dejando un saldo de 14 muertos y, desde entonces, más de 3300 condenas políticas.

Tras el colapso de la Unión Soviética en 1991, las quince repúblicas que la constituían pasaron a ser estados independientes. Una de ellas fue Bielorrusia. Si bien la mayoría se convirtieron en democracias liberales, algunas se convirtieron en regímenes autoritarios, como el caso de Bielorrusia.  

La historia de Lukashenko

En 1994, Aleksandre Lukashenko es electo presidente. Desde entonces,  ha  gobernado el país con puño de hierro de forma ininterrumpida, siendo el jefe de Estado europeo actual que más tiempo ha permanecido en el cargo y el único presidente electo que Bielorrusia ha conocido

A diferencia de lo que ocurre con otros autócratas que destacan por su excentricidad como el norcoreano Kim Jong Un o el fallecido líder libio Muamar Gadafi, el presidente bielorruso es una figura relativamente desconocida, sobre todo fuera del continente europeo. 

Un dato curioso de Bielorrusia es que es el único país de la ex URSS que ha decidido mantener la simbología y denominaciones soviéticas en sus emblemas patrios e instituciones. El escudo bielorruso de hecho es prácticamente idéntico al de la Unión Soviética. Los servicios de inteligencia del país aún mantienen la denominación KGB.

Lukashenko es un nostálgico de la era soviética, y fue uno de los funcionarios que más se opuso a la disgregación del país en 1991. 

Un seguidor de Lukashenko con la cara de este estampada en una remera. Misha Friedman/Getty Images

Esto también se traslada al plano económico. A diferencia de los países vecinos, que optaron por terapias de shock para reformar sus economías, Bielorrusia mantuvo un considerable control estatal sobre los sectores claves de la economía (especialmente la industria) evitando las privatizaciones a gran escala que ocurrieron en los otros países postsoviéticos como Rusia y Ucrania. 

El país  ha sido descrito como un “socialismo de mercado” con una economía bastante centralizada  que aun así permite lugar a la iniciativa privada. Según datos oficiales, alrededor del 40% de la población en edad de trabajar está empleada en empresas controladas por el Estado. La producción de maquinaria pesada, la minería y la actividad metalúrgica constituyen las principales actividades económicas del país.

Violaciones de derechos humanos

El régimen de Lukashenko ha recibido numerosas denuncias de violaciones de derechos humanos a lo largo de los años. Los informes son diversos y van desde torturas, secuestros extorsivos hasta desapariciones forzadas.

Según un reporte de la Deutsche Welle, en el país hay 1.388 presos políticos. En los últimos años, especialmente desde las protestas de 2020, un total de 3.300 personas han recibido condenas motivadas políticamente.

Uno de los casos más sonados fue el del camarógrafo Dimitri Zavadsky  quien tras filmar un informe televisivo en el que se cuestionaba a los servicios de seguridad fronteriza del país, desapareció sin dejar rastros en el año 2000. Según la versión oficial, el camarógrafo desapareció en el aeropuerto de Minsk cuando regresaba de una cobertura en el exterior.

Protestas callejeras por la postulación por sexta vez de Lukashenko en 2020 y el mal manejo de la pandemia de coronavirus.

Además, Bielorrusia es el único país de Europa donde todavía se aplica la pena de muerte. Según las Naciones Unidas, alrededor de quince personas fueron ejecutadas de forma legal entre 2010 y 2022. Según un informe, a varios de los condenados se los forzó a firmar confesiones y se les negó cualquier tipo de asistencia legal. 

Las condenas a muerte en Bielorrusia, se realizan con sumo secretismo. La fecha nunca se hace pública, los cuerpos de los prisioneros no son devueltos a las familias y por lo general no se revela el lugar del entierro de los restos del condenado. 

Recientemente, se dio a conocer la noticia de un médico militar alemán, Rico Krieger, condenado a muerte en Bielorrusia , supuestamente por facilitar actividades “extremistas” y por posesión de “materiales explosivos”.  

A esto se suman las muertes de detenidos provocadas por las pobres condiciones de vida que persisten en los centros penitenciarios, así como la falta de atención médica, aunque se desconoce si esto por negligencia o intencional. 

El gobierno bielorruso ha sido descrito muchas veces como una “dictadura perfecta” con una economía relativamente estable, lo cual mitigo hasta cierto punto la falta de libertades democráticas. 

En el índice de desarrollo humano figura que el país cuenta con un standard de vida “Muy alto” ocupando el puesto 69 en el ranking. Según declaro el periodista Andréi Aliaksandrau en 2014 esto ha servido para explicar la permanencia del régimen,  “Para mí no hay nada más imperfecto que una dictadura. Sí, diría que es ‘una dictadura que funciona bien’. Las autoridades han logrado cierto nivel de vida. Nunca en su historia el bielorruso ha vivido mejor que ahora”

Sin embargo, en los últimos años este sistema ha dado muestras de agotamiento. En 2020, tras una nueva victoria electoral de Lukashenko sospechada por procedimientos fraudulentos, cientos de miles de opositores salieron a la calle exigiendo un cambio de régimen. 

Las manifestaciones se mantuvieron durante bastante tiempo hasta principios de 2021. La represión posterior no solo dejo un saldo de catorce muertos, sino también miles de exiliados en los países vecinos. Desde entonces el régimen ha conseguido mantener una calma relativa en el país.

Cabe destacar que la oposición utiliza la bandera Roja y Blanca, que perteneció a la primera república independiente de Bielorrusia a principios del siglo XX antes de que el país fuese anexado por la Unión Soviética.

Las increíbles concentraciones de personas en contra del dictador bielorruso. Año 2020.

Ante la falta de resultados electorales, muchos opositores han planteado la posibilidad de la lucha armada como alternativa para derrotar al régimen. En los últimos años, se han formado varios grupos armados con el fin de llevar a cabo este cometido. Muchos de sus miembros, de hecho, se han ofrecido como voluntarios en la guerra de Ucrania con el fin de ganar armas, y experiencia en combate, aunque todavía no se han registrado acciones armadas concretas contra el régimen.

Política frente a la Guerra de Ucrania

Otro punto controvertido del régimen de Lukashenko es su apoyo al esfuerzo bélico ruso durante la invasión a Ucrania. Si bien el ejército de Bielorrusia no ha participado directamente de los enfrentamientos militares, lo cierto es que permitieron a las fuerzas rusas usar el territorio del país como base para lanzar ataques contra el norte de Ucrania, especialmente sobre la región de la capital Kyiv.

Además de ello, Lukashenko ha reformado la ley para permitir el despliegue de tropas rusas e incluso de armamento nuclear ruso en su territorio. Este respaldo se explica debido a la creciente presión que Lukashenko enfrenta de la Unión Europea tras la fuerte represión política a opositores en 2020.

Lukashenko con el líder ruso, Vladimir Putin.

Esto ha forzado el acercamiento de Lukashenko con el régimen de Putin en Rusia para subsistir políticamente. Las sanciones económicas aplicadas por los países de la UE hacia los productos bielorrusos ha hecho también que estos se vuelvan mucho más dependientes del mercado de la Federación Rusa y en menor medida del de China.

Esta situación ha hecho que muchos analistas consideren que la suerte del régimen de Lukashenko esté atada a la victoria o fracaso de la guerra de Vladimir Putin en Rusia. A día de hoy, el destino de ambos sigue siendo una incógnita.

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Redactor en El Punto Medio, cubre política local e internacional. Estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

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