LOS POBRES TAMBIÉN VOTAN A MILEI
A kirchneristas y macristas les cuesta comprender los resultados de las PASO ¿Por qué Javier Milei fue el más votado? ¿Qué despierta en la población? El agotamiento social y la poca proyección de futuro parecen tener la respuesta
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“Fenómeno de redes sociales”, “popular entre varones jóvenes y adolescentes sin edad para votar”. Esos y otros comentarios similares se le adjudicaban al “fenómeno Milei” hasta hace poco. Alcanzar el 30% con el 69% de participación del padrón hizo caer a muchos de esos supuestos.
Pero ¿dónde está la trampa? ¿Cómo un núcleo duro, extremista y a menudo agresivo de manifestantes en redes sociales logró impulsar un 30% de resultados en los comicios?
Cuando vemos los resultados de las PASO, Milei queda lejos y tercero en las zonas de Palermo, Recoleta o Puerto Madero; pero ocupa un segundo lugar en secciones como la Matanza, Florencio Varela y José C Paz.
De hecho, en las provincias de Formosa, Chaco y Tucumán, históricos reductos peronistas, alcanzó un importante porcentaje de votos (en Tucumán salió primero). Casualmente son las zonas que más sufren las consecuencias económicas y sociales de la situación nacional.
La situación social
Estando el país sin crecimiento real de PIB desde el 2011, con el 40% de los argentinos bajo la línea de pobreza, 2 de cada 3 niños en esa situación y 30% de menores que padece inseguridad alimentaria, la desesperación a la enésima potencia en personas que han visto pasar al menos tres gobiernos con empeoramientos sucesivos permite escuchar frases como “¿qué más puedo perder?”.
Por si fuera poco, esa población probablemente nunca logre ingresar a la Universidad, tal como reflejan las estadísticas del INDEC y otros observatorios. Desde el año 2010, sólo 1 de cada 10 pobres llega, proporción que se ha mantenido estable durante los últimos 20 años, pero que nos comenzó a colocar por detrás de otros países latinoamericanos, que consiguieron aumentar su porcentaje de ingresantes de orígenes socioeconómicos bajos.
Además, los jóvenes argentinos tienen dificultades para terminar la escuela dadas las condiciones de hábitat y nutrición que padecen (sólo el 53% llega al último año en el tiempo esperado según el Observatorio de Argentinos por la Educación). Las ayudas sociales y la tarjeta Alimentar ya no dan abasto. A esto se le suma el trabajo infantil, que supera el 20% de los menores de 17 años y sólo entre 2019 y 2021 aumentó más de 7 puntos porcentuales.
La reacción
¿Qué significa todo esto? Que gran parte del electorado se encuentra en una situación donde ve tan lejano el acceso a la educación superior y a un trabajo formal como para preocuparse por las polémicas propuestas a largo plazo de Milei sobre quitar el salario mínimo o financiar la educación pública con una tarjeta equivalente a la Alimentar. Apuestan a un recambio político de cuajo que reduzca la inflación y les dé un respiro. Al denominado “voto bronca”, la profunda desesperanza se le suma a este caldo de cultivo que de otra manera sería inexplicable para un candidato que no descarta habilitar el mercado de órganos en el futuro.
Del otro lado, los demás postulantes a la presidencia no terminan de generar identificación con los electores y apelan a discursos tradicionales y vacíos de contenido.
Quizás la que más se le acerca sea Patricia Bullrich, que apela a medidas como levantar el cepo de un día al otro o “entrar al Banco Central a ver las reservas”, pero sus expresiones suelen estar llenas de errores de expresión o palabras incorrectas (“Argentina está en deflación”) que le quitan carisma.
Muchos analistas políticos opinan que, hoy en día, las dos personas que hablan sin cassette y con mayor elocuencia son Cristina Fernández y Javier Milei. ¿Habrá sido un yerro del oficialismo no postular a la vicepresidenta para frenar el avance del outsider?
A pesar de todo lo mencionado y de las propuestas de Milei, según el observatorio Pulsar de la UBA, los argentinos que apoyan la reducción del gasto público y baja de impuestos no están para nada de acuerdo con ajustar salud y educación.
Al votante promedio del resto de los espacios dominantes (Juntos por el Cambio y el oficialismo) parece costarle comprender cómo alguien en situaciones tan vulnerables podría votar a un candidato que presenta propuestas controversiales, a veces antiéticas y a contramano de los últimos gobiernos.
Quizás ese votante pertenezca, al menos, a una clase media/media baja, en la cual las privaciones por la situación económica no le afectan hasta el punto de poner en riesgo su supervivencia y entrar en desesperación.
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Redactor & Desarrollador web en El Punto Medio, especialista en periodismo de datos. Lic. en Ciencias de la Computación por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
