EL DICTADOR MÁS CRUEL QUE VIÓ EL CONTINENTE AFRICANO
Fue entrenado por los británicos para aplacar cualquier tipo de movimiento independentista, pero cuando fue ascendido a general derrocó al gobierno electo de Uganda e instaló una feroz dictadura, en la que se calcula que 300.000 personas perdieron la vida
Apodado como “el carnicero de Uganda” o “el Calígula de África”, Idi Amin es reconocido por ser uno de los dictadores más sangrientos de la historia. El breve, pero terrible régimen que sometió a Uganda durante ocho años se destacó no solo por su violencia, sino también por su crueldad, excentricidad y por sobre todo su arbitrariedad. Según diversas estimaciones, esta dictadura africana fue responsable de alrededor de 300.000 muertes.
“Mariscal de campo, Doctor, Señor de todas las bestias de la tierra y de todos los peces del mar, Conquistador del Imperio británico o El Último rey de Escocia” son algunos de los títulos que se autootorgó el autócrata frente al público. El último de ellos, fue el que inspiró la película El último rey de Escocia, dirigida por Kevin McDonald’s, que cuenta la historia del dictador a través de la mirada de un médico británico, interpretado por un joven James McAvoy.
Amin inició su carrera militar al unirse a los Kings african rifles, el cuerpo colonial de seguridad, en lo que ese entonces era el protectorado británico de Uganda. Participó en varias operaciones militares suprimiendo a rebeldes independentistas tanto en su tierra natal como en Somalia y Kenia.
Tras la Independencia de Uganda en 1962, Amin pasó a ser oficial en el ejército de la flamante nación africana, gradualmente escalando a la posición de Jefe del Ejército en 1965. Tras enterarse de que Milton Obote, líder independentista y en ese entonces presidente de Uganda, planeaba destituirlo, Amin dirigió un golpe de estado, el 25 de enero de 1971, forzando a Obote y a miles de ugandeses al exilio en Tanzania.
Tras tomar el poder, Amin inició una purga generalizada dentro del Estado y de las fuerzas armadas dirigidas especialmente contra los soldados pertenecientes a las etnias lango y achoil, muchos de los cuales fueron masacrados por su supuesta lealtad al régimen anterior.
Los que tenían la mala suerte de caer en desgracia ante el dictador eran detenidos y enviados a centros de torturas clandestinos, donde sufrían toda clase de tormentos hasta ser asesinados.
El más famoso estaba ubicado a las afueras de Kampala, la capital del país, y era popularmente conocido como “la armería”, ya que este fue construido con ayuda de técnicos israelíes en el sótano de un antiguo palacio abandonado donde se solían almacenar armas. Cada celda de la prisión acomodaba a no menos de cien personas que permanecían gran parte del tiempo a oscuras, sin acceso a luz eléctrica o a ningún tipo de ventilación, provocando que muchas personas murieran sofocadas o por hambre. Muchos de los cuerpos fueron arrojados al río Nilo con la esperanza de que los cocodrilos se hicieran cargo de la evidencia. Así lo relataba un testigo:
“En ese entonces yo tenía una casa cerca de JInja, a las orillas del Nilo, y del otro lado había una granja que pertenecía a Amin. Siempre se veían cadáveres flotando en el río”, afirmaba Henry Kyemba, ex ministro de salud de Uganda, en un documental de National Geographic. Tanto el como su familia fueron víctimas de las purgas del dictador.
El nivel de arbitrariedad era tal que incluso Elly Rwakoma, uno de los fotógrafos oficiales, terminó siendo perseguido por el régimen. En una ocasión, había tomado una foto en la que se veía a Amín nadando y que sería usada por diarios extranjeros para asegurar que el dictador “se ahogaba” al intentar nadar. Amin ordenó identificar y detener al fotógrafo forzando a Rwakoma a huir a Kenia. En una entrevista recordaba:
“Conocí a Amin cuando era joven era un buen hombre muy amable, pero creo que con el poder y la posición que llego a ocupar comenzó a volverse más duro. Cuando se publicó la foto en los diarios The Herald, The New york Times y otras revistas internacionales Amin buscó a la persona que le había tomado esa foto y entonces cuando me identificaron me persiguieron para matarme” dijo Ruakoma en una entrevista con France 24.
Pero los ugandeses no serán los únicos que sufrirán bajo el régimen. En 1972, un año después de haber tomado el poder, Amin ordenó la expulsión de todos los ciudadanos de origen asiático, acusándolos de no integrarse en la sociedad de Uganda y deslealtad al gobierno. La mayoría de esas personas habían emigrado desde las indias británicas durante el siglo XIX. Varios estudios señalaban que los británicos confiaban más en los indios que en la población local, lo cual derivó en el surgimiento de sentimientos xenófobos.
Según el dictador, su expulsión era una forma de borrar el legado colonial del Imperio británico y como parte de su política de “africanización” con el objetivo, según él, de devolver Uganda a sus habitantes originales. Todas sus empresas fueron expropiadas y distribuidas entre los funcionarios leales al régimen quienes no sabían nada de administración, llevando a muchas firmas a la quiebra, lo que produjo una crisis económica agravada por “el faltante de productos básicos como el azúcar”.
La creciente inestabilidad económica sumada al hartazgo por la excesiva represión hicieron que, para finales de los 70, el régimen de Amin estuviera en una posición precaria. En un intento por desviar la atención del público, Amin ordenó a sus fuerzas invadir a la vecina Tanzania el 9 de octubre de 1978. Este país era el que había albergado a Milton Obote todos estos años.
Los soldados mal pagados del ejército de Uganda no tenían ni el aprovisionamiento ni el entrenamiento necesarios para llevar a cabo la invasión. La falta de planificación y la poca experiencia de los oficiales de mando, que estaban en esos puestos debido a favores políticos más que por otra cosa, fueron los ingredientes perfectos para el desastre. En cuestión de meses, el ejército de Tanzania no solo expulsó a las fuerzas invasoras, sino que llevó la guerra a territorio ugandés. En abril de 1979 las fuerzas tanzanas entraron en la capital, Kampala, forzando a Amin a huir del país en un helicóptero del ejército y poniendo fin a la guerra. Obote regresó a Uganda y fue reelecto como presidente aunque sería nuevamente derrocado en 1985. En cuanto a Amin, consiguió asilo en Arabia Saudita, gracias a su ascendencia musulmana. Allí se casó dos veces y tuvo varios hijos, antes de fallecer finalmente en 2003. Nunca pagó por sus crímenes.
Fuentes
Documental: Dictators Rulebook: Idi Amin National Geographic
http://www.inyenyerinews.org/democracy-freedoms/amins-photo-almost-got-me-killed/
https://www.ugandabudgetsafaris.com/blog/idi-amin-torture-chamber/
https://elpais.com/diario/2007/02/11/eps/1171178153_850215.html
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Redactor en El Punto Medio, cubre política local e internacional. Estudiante de Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires (UBA).