LA FIEBRE DE LAS PSEUDOCIENCIAS
¿Qué une a Donald Trump, Chinda Brandolino, Viviana Canosa y Jair Bolsonaro? La pasión por dar recomendaciones sin respaldo científico
El 6 de agosto de 2020, en plena pandemia mundial de COVID, Viviana Canosa tomó en su programa televisivo dióxido de cloro (CDS) al aire, decía que este oxigenaba la sangre. Unos días después, un chico de 5 años del sur argentino fallecía por la ingesta de 700 ml de esta sustancia. ¿Qué pasó con Viviana? Le dieron un nuevo programa de televisión en una señal con más alcance.
No fue la única en desinformar en un contexto extremadamente delicado de pandemia: para tratar la infección del covid, Jair Bolsonaro recomendaba el uso de la cloroquina pese a no estar aprobada. Donald Trump, antes de dejar la Casa Blanca, aconsejaba la hidroxicloroquina pese a que no habían estudios que respaldaran esto.
Una de las bases de la ciencia consiste en el proceso de cuestionar e investigar, ese acto llevó al avance que vemos hoy en día, y permitió revisar descubrimientos pasados, tal como sucedió con el “lobby del azúcar” a mitad del siglo XX. Otros hechos acumulan cada vez más evidencia de su efectividad, tal es el caso de vacunas como la del sarampión o la BCG.
Algunos médicos antivacunas afirman que no es la vacunación lo que redujo los brotes, sino sólo el acceso a agua potable y cloacas (cuando ha sido una combinación de ambas). Sin embargo, en grupos poblacionales donde recientemente bajaron los índices de vacunación, hubo brotes de sarampión, con muertes evitables.
A pesar de eso, siguen en auge ciertos movimientos que, mezclando datos mal interpretados, información parcial, desinformación y deseos de soluciones mágicas, promueven curas basadas en casos anecdóticos (“a tal persona en tal lugar le resultó”) sin realizar ni considerar estudios científicos completos, revisados por pares y corregidos.
De estas esperanzas y desinformaciones se aprovechan líderes de opinión, muchas veces con formación académica, para jugar con el mensaje que desean comunicar a sus seguidores.
Un ejemplo conocido en esos movimientos es Andreas Kalcker, autor de “La Salud Prohibida”, un libro plagado de testimonios anecdóticos sobre cómo prácticamente cualquier enfermedad se puede curar con dióxido de cloro. Sus fuentes son links a blogs o videos de los supuestos “curados”, sin ningún análisis detallado publicado ni revisado siguiendo el método científico.
Otro caso es la vinculación entre vacunas y autismo, a pesar del ya excesivo análisis sobre el tema, donde no se encontró ninguna relación en cualquiera de los estudios revisados.
Una de las propulsoras locales de estas desinformaciones es la doctora Chinda Brandolino, que ha tenido la oportunidad de comentar sus posturas en el prime time televisivo.
Brandolino, ferviente militante en contra de la legalización del aborto, también afirma que la vacuna triple viral necesita de fetos abortados para su fabricación, aún cuando la historia de la línea celular que se utiliza para ciertas vacunas indica que el virus se aisló de un feto abortado en los 60, para luego ser replicado en laboratorio hasta el día de hoy, sin necesidad de utilizar fetos como “materia prima”.
La doctora también es conocida por asegurar que el cáncer de colon se produce por motivos emocionales, cuando el cerebro identifica la acumulación de malestar con el excremento, o que el cáncer de pulmón lo provoca el médico que alerta e infunde miedo en el fumador. Según ella, estos cánceres se curan al tratar el problema emocional.
Sus postulados provienen de la Nueva Medicina Germánica, una pseudociencia inventada por Ryke Geerd Hamer, quien desarrolló sus “leyes” luego de padecer un cáncer (del cual se operó) como consecuencia, según él, del trauma emocional al perder a su hijo.
Según Hamer, su cáncer testicular se debió a la orden inconsciente del cerebro para estimular su reproducción y tener otro hijo. Para este planteo no ofreció ninguna mínima evidencia. La esposa de Hamer también padeció cáncer, aunque falleció mientras se sometía a la terapia de su marido, según él, ya estando en “fase de curación”. Este tipo de postulados suele pedir exclusividad, no admitiendo terapias convencionales como quimioterapia o radioterapia.
Llegó a asegurar que sus postulados habían sido confirmados por una universidad eslovaca, aunque no existe registro alguno en la institución y la universidad confirmó que nunca admitió las propuestas de Hamer por sus incongruencias. Así, Hamer tuvo problemas legales en varios países de Europa por engaños sobre los incontables casos que, según él, se habían curado con su técnica.
Finalmente, se asentó en España, vendiendo sus libros y dando conferencias, mediante lo cual ganó más de un millón de euros hasta su fallecimiento. Nunca ofreció un listado de sus pacientes “curados”, menos aún de quienes fallecieron (y continúan falleciendo en manos de sus seguidores). Tampoco se atrevió a someter sus postulados al método científico, escudándose en argumentos de conspiraciones mundiales.
Fuentes
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Redactor & Desarrollador web en El Punto Medio, especialista en periodismo de datos. Lic. en Ciencias de la Computación por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).