TODO LO QUE TENÉS QUE SABER DE GÉNERO Y SEXUALIDAD
Cada cierto tiempo resurgen las polémicas acerca del sexo y género de los humanos, sus definiciones, implicancias, percepciones y derechos. La frecuente confusión y mixtura de conceptos ha causado olas de desinformación, perjuicios en la sociedad y confrontaciones evitables
En esta nota comenzaremos resumiendo y comentando brevemente algunas definiciones, para luego presentar disputas vigentes desde diferentes puntos de vista.
A mediados del siglo XX diferentes médicos, psicólogos, biólogos y filósofos comenzaron a estudiar en mayor detalle los conceptos de sexo y género, cada especialidad desde su área.
Sexo
La definición de “sexo” se realiza en base a características biológicas. El consenso entre médicos, biólogos, psicólogos y sociólogos indica que las características biológicas que determinan el sexo incluyen: las gónadas, los cromosomas, las hormonas, órganos reproductivos internos y externos. El conjunto de esas características determina el sexo como femenino, masculino o intersexual. A continuación veremos qué tan frecuente es cada uno.
A su vez, cada uno puede presentar variaciones atípicas, que se descubrieron y analizaron durante el siglo XX gracias a los avances científicos. Aunque la mayoría de los humanos (más del 99%) se encuadra dentro de la coincidencia cromosómica y fenotípica (características observables) femenina o masculina, también existen casos como el Síndrome de Klinefelter (cromosomas XXY, que afecta al sexo masculino), el Síndrome de Turner (cromosoma X, que afecta al sexo femenino) y otras variantes cromosómicas (XYY, XXX, etc.).
Según los reportes para cada variación, las frecuencias de estas condiciones se encuentran entre 1 cada 1.000 nacidos, 1 cada 5.000 nacidos o con menor frecuencia, según el caso. Muchas de estas condiciones, cuando son leves, pueden ser indetectables durante la vida de los individuos si no se manifiestan síntomas, por lo que las frecuencias son estimaciones según casos registrados.
En cuanto a intersexuales (individuos que presentan discrepancia entre su sexo cromosómico y fenotipo, o personas con ambas gónadas o genitales en diferentes grados) su frecuencia alcanza a 20 cada 1.000 nacidos según los últimos reportes, es decir, un 0.02% de la población.
Algunos comunicadores elaboraron un espectro donde ubican a los dos sexos mayoritarios en los extremos, colocando en el medio tanto a las variaciones atípicas (XXY, X, XXX, XYY, intersexuales, etc.) como a las variaciones en los diferentes caracteres sexuales secundarios (vello facial, ancho de caderas, tono de voz, musculatura). Suelen representarlo con la figura de un ”hombre de pan de jengibre”.
Sin embargo, biólogos, neurólogos y médicos no están de acuerdo con esa denominación, debido a que gradualiza una condición biológica categórica, puesto que ese espectro incluye incorrectamente variaciones de características típicas dentro de los dos sexos mayoritarios (caracteres secundarios) sin que eso suponga un menor grado de pertenencia al sexo biológico correspondiente. Es decir, un hombre con poco vello facial no tiene menor pertenencia al sexo masculino que un hombre con mucho vello facial.
La importancia del sexo radica en que la fisiología humana, el desarrollo de enfermedades y la respuesta a los tratamientos difiere según el mismo. No sólo los órganos reproductivos son diferentes, sino que otras áreas del cuerpo también presentan características dismórficas.
Durante décadas se realizaron estudios principalmente en humanos de sexo masculino, lo que impidió determinar correctamente, por ejemplo, los síntomas y prevención de infartos en el sexo femenino. Los métodos más actualizados para ejecutar estudios aconsejan efectuar los análisis contemplando tantos casos como sea posible en el público objetivo.
Género
En cuanto al género, desde mediados de siglo pasado se comenzó a distinguir el sexo del género. Este último se divide tanto en el aspecto social (rol) como en la identidad.
Rol de género
El rol de género se define generalmente como los comportamientos, preferencias, actitudes o apariencias esperados socialmente de una persona, y presenta diferencias según la cultura, época o sociedad. Si bien cuenta con una influencia biológica, históricamente las definiciones culturales han contribuido a acotar o expandir las posibilidades de desarrollo social de hombres y mujeres (en cuanto a oficios, juegos, etc). Como ejemplo anecdótico, el antiguo reino de Dahomey contaba con un regimiento militar compuesto por mujeres, cargo que, a priori y en otras sociedades, parecería asociado principalmente a los hombres. Siendo mayoritarios los roles de género masculino y femenino, muchas culturas a lo largo de la historia han tenido también a un denominado “tercer género”.
John Money
El Dr. John Money fue un psicólogo y sexólogo que centró sus investigaciones en la identidad sexual y el género. Autor de numerosas publicaciones, la más renombrada fue el experimento conocido como “John/Joan”. En 1966, una circuncisión fallida dejó a un niño de 8 meses sin pene. Money convenció a los padres para realizar una cirugía de reasignación de sexo en el bebé, para ser criado como mujer, bajo el nombre de “Brenda”. Al procedimiento se le sumó tratamiento hormonal.
Money reportó durante años este proceso como un suceso y como confirmación de su teoría de que el género era algo adquirido mediante la influencia de la educación y la sociedad.
A los 14 años, ”Brenda”, luego de pasar por varios episodios de malestar psicológico extremo con intenciones suicidas, y sin haberse auto reconocido ni comportado como mujer, se enteró de su verdadera historia.
Luego de que sus padres le contaran sobre el procedimiento al que fue sometido cuando era un niño, Brenda decidió cambiar su nombre a ”David” y realizarse cirugías para recuperar su identidad masculina, aunque algunas consecuencias del tratamiento anterior no pudieron corregirse (por ejemplo, sus testículos habían sido extirpados por Money). A la edad de 38 años y luego de varios períodos depresivos, David decidió terminar con su vida.
En la década del ’90, los fallos y trágicas consecuencias de los experimentos de Money salieron a la luz, principalmente gracias al doctor Diamond y al periodista Colapinto.
El consenso de estudios científicos a lo largo de las últimas décadas ha coincidido en que el componente biológico tiene un importante grado de influencia en la expresión de algunos aspectos de los roles de género, a diferencia de lo que postulaba Money. En notas previas hemos desarrollado algunos puntos de esta influencia, como el caso de la denominada “paradoja de la igualdad”.
Identidad de género
La identidad de género, por otra parte, refleja la percepción que cada persona tiene sobre sí misma en cuanto a su género, que puede o no coincidir con el que fue asignado al nacer acorde al sexo. Así, una persona es “cisgénero” si su identidad de género coincide con su sexo biológico, “transgénero” si no se identifica con su sexo biológico, “no binaria” si no se identifica con los roles binarios, entre otras categorías como “fluido” o “queer”.
En estudios realizados sobre personas trans, se ha encontrado que su cerebro suele presentar características particulares. En algunos casos, más cercanas al sexo con el cual se identifican, mientras que en otros casos se encuentran características de ambos sexos biológicos, o conexiones neuronales diferentes a las presentes en ambos sexos.
Sin embargo, hasta el momento esos estudios se realizaron sobre muestras pequeñas, con diferentes variables que influyen en los resultados, como la orientación sexual. Esto, apuntan los neurocientíficos, no alcanza una escala que aporte conclusiones relevantes por el momento. Además, dado que el cerebro no es 100% diferente entre hombres y mujeres, si no que sólo se diferencian, en promedio, en algunas áreas, realizar este tipo de estudios es complejo.
Luego de esta brevísima introducción a sexo y género, pasaremos a mencionar algunas de las polémicas y debates surgidos en los últimos años.
Deportes
En el ámbito deportivo surgieron situaciones que despertaron polémica sobre dónde ubicar a deportistas con características diferentes a las típicas.
Uno de los casos más mencionados fue el de Caster Semenya, la atleta sudafricana dos veces campeona olímpica, que fue excluida en 2019 debido a nuevas regulaciones en niveles hormonales máximos establecidos por la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo. Semenya fue sometida a un test sexual donde se encontró que, a pesar de su fenotipo femenino, su sexo cromosómico es XY, por lo que es intersexual. Esa característica explica sus inusuales niveles de testosterona, que alcanzaba tres veces el nivel común para mujeres.
El manejo de este caso y otros similares por parte de la Asociación Internacional de Atletismo fue duramente criticado por diferentes profesionales, tanto por la poca claridad de las regulaciones previas, como por las filtraciones de resultados de laboratorio. Dutee Chand es otra atleta, de origen indio, que presenta niveles altos de testosterona y enfrentó regulaciones similares.
El debate sobre estas situaciones despertó opiniones encontradas, que aún no están del todo resueltas. Algunas atletas mujeres consideran que no es equitativo competir en la misma categoría que personas con niveles hormonales inusuales, dada la potencial ventaja que podrían tener. Estudios han mostrado que la testosterona influye en el desarrollo de ciertas características, como la musculatura, llevando a un desempeño que puede jugar a favor o en contra, según el deporte. Es por eso que una de las propuestas ante estas situaciones es diagramar reglas, redefinir o crear nuevas categorías dependiendo de qué actividades se encuentran influidas por niveles hormonales atípicos.
En deportes como el atletismo, luego de las polémicas, se exige actualmente (desde 2023) para la categoría femenina tener un nivel de testosterona menor a 2.5 nmol/L. Los niveles típicos para mujeres se encuentran entre 0.2 y 2 nmol/L, y para hombres entre 10 y 34 nmol/L.
El reciente caso de la nadadora trans Lia Thomas (que realizó su transición hace dos años) reavivó la polémica, al quedar primera en una competencia femenina de 500 yardas, cuando antes de su transición quedó en el puesto 65 en la categoría masculina. Luego de eso, la federación internacional de natación adoptó regulaciones similares a la de atletismo.
La National Collegiate Athletic Association actualizó luego los requerimientos para participar en la categoría femenina, limitando los niveles hormonales. Otras nadadoras, abogadas y médicos mencionaron que es necesario estudiar la ventaja competitiva que otorga en algunos deportes el hecho de haber pasado por una pubertad masculina, dado que muchos cambios físicos persisten luego de una transición.
Críticas similares se originaron ante situaciones como las de Alana McLaughlin, luchadora trans de MMA que ganó su pelea debut ante una luchadora experimentada. Alana transicionó luego de sus 30 años, habiéndose desempeñado previamente como soldado estadounidense en Afganistán. En el caso del ciclismo, la federación británica de ciclismo suspendió recientemente su política de inclusión trans, indicando que deben revisarla en profundidad para evitar injusticias.
El Comité Olímpico Internacional (COI) tenía un límite de testosterona para categorías femeninas de 10 nmol/L, que eliminó en 2021, delegando en cada deporte la decisión de cómo regular las categorías. Joanna Harper, médica trans asesora del COI, considera que incluso un nivel de 10 nmol/L es demasiado alto, dado que el 95% de las mujeres tiene menos de 1.7 nmol/L. Ella apunta que es el COI quien debe definir reglas y niveles justos para cada deporte, sin excluir a personas trans, pero sin dar lugar a situaciones donde tomen ventaja significativa sobre mujeres. Harper menciona que “las mujeres transgénero son en promedio más altas, grandes y fuertes que mujeres cis, y eso aporta ventajas en muchos deportes”.
Caitlyn Jenner, ex atleta que ganó el decatlón como masculino en 1976 y transicionó en 2015, expresó que las categorías femeninas deben ser cuidadas a la vez que personas trans deben poder participar en competencias deportivas. Coincidió en que para estos casos no hay una sola respuesta, sino que se debe analizar cada actividad y si existen o no posibles ventajas. También destacó que las personas trans que compitieron y ganaron no infringieron las normas vigentes al momento de su participación, por lo que la responsabilidad queda del lado de las instituciones y asociaciones para asegurar una competencia justa e inclusiva. Hasta el momento todas las organizaciones parecen ir por detrás de la polémica, reaccionando tarde en lugar de definir reglas y categorías para que cualquier atleta pueda competir de manera adecuada.
Ámbito social
Además del ámbito deportivo, otras aristas se han despertado ante diferentes leyes y cambios sociales. Como en todo debate, existen minorías con posiciones extremas y exclusionarias que dejaremos de lado, enfocándonos en aquellos puntos intermedios que presentan argumentos interesantes para contrastar.
Derechos y crímenes
En Argentina, 15 años antes de la sanción de la Ley de Identidad de Género, Mariela Muñoz, activista conocida por criar a más de 20 niños abandonados a lo largo de su vida, había logrado ser la primera transexual reconocida por el Estado luego de un extenso proceso judicial y burocrático.
La conquista social reflejada en la ley posterior permitió la modificación del DNI sin mayores requisitos que la solicitud personal. En sus primeros 10 años de vigencia, 12 mil personas rectificaron su partida de nacimiento y DNI, modificando el campo “sexo” según su identidad de género autopercibida. ¿El detalle? La ley no hace distinción entre sexo biológico y género, utiliza ambos términos de manera indistinta, lo que dio lugar a vacíos legales y dificultades de análisis sociales, que veremos a continuación.
En cuanto a las condiciones sociales, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires registró informes anuales donde, de los crímenes de odio ocurridos con motivo de la identidad de género u orientación sexual de la víctima, entre el 58% y el 84% (según el año) se cometió contra mujeres trans. Entre los autores de esos crímenes se encuentran las fuerzas de seguridad.
En el ámbito laboral, al menos el 80% de personas trans están en la informalidad, principalmente debido a sesgos durante los procesos de selección de personal (situación que también padecen personas con otras condiciones, como la obesidad). Diferentes ONG (Transistemas, Contratá Trans, la monja Mónica Astorga, etc) trabajan para la inserción de personas trans en el mercado laboral, en ámbitos tan variados como los trabajos de oficio, profesionales y tecnológicos; y de esta manera contrarrestar la baja calidad de vida promedio, que repercute en su baja expectativa de vida.
En cuanto a las falencias del sistema de salud, en nuestro país se está trabajando en la inclusión del campo “género” en las historias clínicas, además del sexo, lo que permitirá obtener reportes y mejorar la calidad de la atención médica ofrecida, al contar con más información tabulada sobre el paciente.
Reportes de diferentes organizaciones sociales recopilaron que la situación de personas trans en las cárceles es, en promedio, peor que la de otros presos. Se dan situaciones de abuso y desconocimiento de derechos, donde la detección de la problemática se dificulta al no tener clasificaciones por género en los informes. En algunos casos, las cárceles tienen sectores para mujeres trans, en otras, no, lo que da origen a situaciones de vulnerabilidad tanto para ellas como para otras reclusas.
Vacíos legales
En cuanto a los vacíos legales, en Argentina se han dado situaciones donde un hombre preso por violencia de género declaró que se autopercibió mujer, por lo que, según la ley, debió ser trasladado a una cárcel de mujeres. Allí se generaron protestas de otras reclusas por situaciones de violencia, exhibicionismo e incluso el embarazo de una de ellas. Su abogado mencionó las lagunas legales: “No hay exámenes psicológicos, ni nada, y la persona puede ir y volver cuantas veces quiera”.
También está el caso de “Sergia”, quien cambió su DNI al cumplir 60 años. Sus compañeros de trabajo la denunciaron por sospechar que se trató de una maniobra para jubilarse ya que, de haber seguido siendo masculino, debió haber trabajado hasta los 65 años.
Un caso que está siendo tratado este año es el de un hombre que asesinó de 9 balazos a una mujer en Bariloche en febrero de 2022 y, al comenzar los alegatos del juicio en junio de 2023, su defensa mencionó por primera vez que Fernando Alves Ferreira se autopercibe mujer, por lo que no aplicaría la carátula de femicidio: «No hay femicidio porque no estamos en presencia de un hombre» dijo su abogado. Desde la fiscalía mencionan que la declaración repentina correspondería a «fines utilitarios» para rebajar la carátula y someterse a una condena menor.
En el Reino Unido, en 2018, un hombre preso por violación anunció su cambio de género, fue trasladado a una cárcel de mujeres y abusó de otras compañeras. Luego fue sentenciado a cadena perpetua. Analistas del caso también apuntan a la facilidad de la reubicación sin una evaluación adecuada que permita distinguir a personas transgénero de quienes buscan aprovecharse de las leyes. En Escocia ocurrieron situaciones similares y otros casos, como el de Dolatowski, quien abusó de adolescentes en un baño público para luego lograr su eximición de prisión y refugiarse en un hostel para mujeres.
En Escocia, además, se reflotó un debate a comienzos del año 2022, cuando se comenzaron a definir los detalles de una propuesta de cambio de ley que pretende reducir los requisitos vigentes para el reconocimiento del cambio de género. La proposición menciona la eliminación de la necesidad de informes médicos (diagnóstico de disforia de género y detalle de tratamientos médicos deseados) y la reducción del tiempo previo que se le pide al aplicante que viva acorde a su género adquirido, que pasaría de 2 años a 3 meses.
Los grupos feministas que se oponen a estas reformas consideran que los requisitos vigentes ya son lo suficientemente balanceados para brindar derechos a las personas trans mientras que protegen a las mujeres biológicas, sin socavar los derechos conseguidos en las últimas décadas. En particular, presentan preocupación en cuanto a la potencial vulnerabilidad de sectores para mujeres (áreas de hospitales, refugios, etc.) en caso de aprobarse la reforma, basándose en casos de abusadores que tomaron ventaja de vacíos legales, como ya mencionamos previamente. Por otro lado, los grupos a favor de la reforma entienden que es necesario facilitar el proceso y disminuir la burocracia a la que deben someterse actualmente quienes desean rectificar su género.
La no distinción entre sexo y género también causó críticas desde sectores que consideran que ese hecho afecta a las estadísticas y procesos judiciales. En 2021, el Reino Unido indicó recopilar el sexo y el género de detenidos, mientras que la policía de Escocia argumentó que seguiría aplicando su política de registrar sólo el género autopercibido por la persona aprehendida. Esto, argumentan activistas, incide en las estadísticas de violencia de género cometidas por hombres, además de afectar los procesos judiciales que serían agravados de ser cometidos por alguien del sexo masculino, permitiendo nuevamente un escape legal para criminales.
Debbie Hayton, quien es trans y se desempeña como periodista y profesora de física, agrega que el hecho de no diferenciar sexo y género también perjudica a las estadísticas sobre la población trans, contribuyendo a invisibilizarla en reportes masivos como los censos.
La primera ministra escocesa considera que el debate tiende a polarizarse y, al parecer, el parlamento no está a la altura para ofrecer regulaciones que reduzcan los vacíos legales mientras protege los derechos de ambos colectivos.
En Argentina, Rosana López Rodríguez, militante feminista de la organización de izquierda “Trece Rosas”, realizó varias críticas al sistema legal local. Menciona que muchas leyes se han aprobado sin una discusión previa entre diferentes sectores que permita evitar la colisión con otras leyes y derechos.
Cuestiona que la posibilidad de indicar con una “X” el sexo en el documento entorpece las estadísticas de nacimientos, violencia de género, femicidios y la elaboración de pirámides poblacionales, que se utilizan para definir políticas sociales orientadas. Critica lo que ella y otros grupos denominan el “borrado de las mujeres” que se ocasionaría al eliminar el sexo de las categorías jurídicas y reemplazarlo por el género, lo que impediría registrar de manera apropiada situaciones locales y globales intrínsecas al sexo femenino: disparidad, abusos (como el “chineo”) o prácticas como la ablación del clítoris. También se opone a proyectos de ley que proponen la eliminación de la categoría de sexo en toda documentación, argumentando que “luego de haber luchado años para incorporar como agravante en el código penal la figura del femicidio, ningún asesinato podría ser considerado como tal si el criminal se autodeclara mujer o peor aún, si nunca existió para la ley la distinción por sexos”.
En el ámbito político, el reemplazo de términos ocasionó que en 2018, en elecciones en Oaxaca (México), 17 hombres se auto declararan transgénero en ese momento para poder participar según la ley de paridad de género en candidaturas de ese país. La situación decantó en la cancelación de las listas, luego de que grupos de mujeres y transexuales revelaran el fraude de esos 17 hombres. Colectivos feministas locales, como “Brujas de Mar” y activistas de la comunidad LGBTI, como Paola Jiménez Aguirre y Jaz Bustamante, coincidieron en revisar la laxitud de las normativas.
En España, Reino Unido y otros países europeos se han presentado movimientos similares que cuestionan la tendencia a dejar de lado el sexo biológico y reemplazar su concepto con el de género. Entre quienes apoyan a estos movimientos se incluyen a la escritora JK Rowling, a líderes de organizaciones por derechos de lesbianas y a mujeres que se consideran víctimas de la laxitud de los sistemas de salud en su adolescencia. Mencionan que, aunque sus detractores las acusan de transfóbicas, no se oponen a las vivencias personales, a la identidad de género, derechos o al modo de vida de las personas, sino a las colisiones legales mencionadas anteriormente al dejar de lado una característica objetiva.
Estos grupos, sumados a profesionales de la salud, alertan también sobre una cierta promoción mediática de bloqueadores puberales o procesos de transición para menores de edad, donde no siempre es la solución apropiada. Además, está en estudio el posible impacto de los bloqueadores puberales en el hipotálamo, que no sólo controla la producción de hormonas, sino también otras características, como las emociones.
Investigadores de Oxford llamaron a crear un ente regulador que aumente la investigación sobre el área, para evitar consecuencias negativas como las que se originaron luego de una época de masiva administración de antidepresivos en niños y adolescentes durante los años 90. En España hay argumentaciones similares ante la nueva Ley Trans, donde médicos y abogados apoyan la ampliación de derechos, pero sin descuidar la protección de los menores. Defienden, respaldados en estudios neurológicos, que un menor de edad no tiene la madurez suficiente para aceptar tratamientos que producen cambios físicos irreversibles.
Tal fue el caso de Keira Bell, una británica que a los 14 años comenzó a sentirse disconforme con su cuerpo. Después de buscar información en YouTube, consideró que podría tener disforia de género, por lo que comenzó a tomar bloqueadores, luego testosterona y luego se practicó una doble mastectomía (remoción de los pechos). Finalizada su adolescencia, se arrepintió y denunció a la clínica que la había asesorado por mala praxis, al no realizar una evaluación médica de su situación y las causas de su baja autoestima.
El NHS (Sistema de Salud Británico) advierte en su sitio web sobre el funcionamiento de los tratamientos hormonales y bloqueadores, menciona que no hay estudios a largo plazo, y que se desconocen aún los efectos durante el desarrollo cerebral en adolescentes.
En la mayoría de los casos (entre el 60% y 80%, según la metodología y tamaño de la muestra) los niños con disforia la resuelven al llegar a la adolescencia, durante el proceso de desarrollo psicosexual, manteniendo luego su identificación acorde a su sexo. Entre quienes permanecen siendo trans, su percepción se acentúa durante la adolescencia, y expresan que los bloqueadores de pubertad le resultaron “salvavidas” en esa etapa, reduciendo los índices de depresión, autolesiones o suicidio, para luego poder transicionar en su adultez.
De los adultos transicionados, entre el 1% y el 8% deciden revertir temporal o permanentemente la transición, según reportes del Reino Unido, Estados Unidos, Suecia y Países Bajos. Los motivos incluyen desde presiones sociales hasta autorechazo a la nueva identidad, en estos últimos casos suelen efectuar el proceso de detransición.
Es por eso que profesionales de la salud y víctimas de la mala praxis llaman a una mejor asesoría informada y evaluación detallada de cada caso, evitando tratamientos apresurados, pero asistiendo a quienes realmente lo necesiten.
El caso de Keira Bell es uno de tantos de mujeres que durante su adolescencia se notan fuera de los estereotipos, con baja autoestima o desórdenes de alimentación, por lo que a veces creen padecer disforia de género. Julia Robertson y su pareja, quienes sufrieron ese tipo de acusaciones durante su adolescencia, se dedicaron a recopilar historias de otras mujeres jóvenes que, debido a su aspecto físico y orientación sexual, fueron presionadas socialmente a realizarse cirugías de las que luego se arrepintieron. Abigail Shrier, periodista del Washington Post, publicó un libro recopilando testimonios del mismo tenor.
Es en ese aspecto que organizaciones como “Contra el Borrado de las Mujeres”, “For Women Scotland” y “Trece Rosas”, hacen énfasis para difundir diferentes ejemplos de personas, principalmente mujeres, en distintos roles sociales, estéticos, familiares y deportivos, y llaman a no confundir la “no conformidad” de roles de género con la transgeneridad.
Como hemos visto en este breve informe, aunque el progreso en cuanto a derechos e integración social de mujeres y minorías ha ido en avance, en los últimos tiempos, todavía quedan situaciones controversiales para definir en los diversos ámbitos planteados, y así alcanzar un punto de equilibrio.
Fuentes
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Redactor & Desarrollador web en El Punto Medio, especialista en periodismo de datos. Lic. en Ciencias de la Computación por la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).