ABUSADAS POR LA FUERZA: EL TERROR DESDE ADENTRO

El infierno de dos uniformadas mujeres que se animaron a enfrentar solas a la policía bonaerense. La ironía de tener miedo de quienes nos tienen que cuidar. El silencio de Berni
ABUSADAS POR LA FUERZA: EL TERROR DESDE ADENTROEl infierno de dos uniformadas mujeres que se animaron a enfrentar solas a la policía bonaerense. La ironía de tener miedo de quienes nos tienen que cuidar. El silencio de Berni
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A raíz del informe del día 23 de octubre de 2022 del conocido programa Periodismo Para Todos (PPT) de Jorge Lanata comenzamos una investigación, que sigue abierta, sobre las denuncias de abusos sexuales adentro de la policía bonaerense y su posterior encubrimiento.

Lo que leerán a continuación se trata solo de la “punta de iceberg” de una situación sistémica de las fuerzas de seguridad de la provincia de Buenos Aires; abusos, acoso, encubrimiento, corrupción, son algunas de las cosas que ocurren detrás del uniforme azul que visten cerca de 90 mil efectivos desperdigados por el distrito más populoso de la Argentina.

El acoso impune

El papá de Nadia Ibarra había sido policía, pero de los “buenos”; Nadia quiso seguir su ejemplo y entró a la fuerza en el año 2015. Sin embargo, no pudo practicar las enseñanzas que su padre le había inculcado. Rápidamente fue designada al Comando de Berisso, una ciudad a 6 km de La Plata.

Centro de Berisso, año 2020.

En Berisso quedó bajo la autoridad del jefe de comando Daniel Adrián González, es decir, quien estaba a cargo de todas las comisarías de la localidad.

Ni bien arribó su destino fue constantemente invitada a salir por González. Primero, fueron invitaciones, luego comentarios y chistes desubicados, le siguieron acosos, casi ininterrumpidos (algo que cuenta Nadia que hacía con todas las nuevas cadetes como especie de “iniciación”).

Luego de años de estos episodios cansada radicó una primera denuncia en Asuntos Internos de la Policía de la Provincia de Buenos Aires el día 25 de febrero del 2021.

Esta dependencia policial se encarga de recibir denuncias, investigar, y en caso que corresponda sancionar el accionar policial, imponiendo un sumario, una sanción administrativa y en caso de que pueda tratarse de un delito provee información a la Justicia si esta lo demanda.

Hecha la denuncia, Asuntos se comunica con ella para explicitarle la situación; González ya contaba con antecedentes de violencia de género en ejercicio de la profesión: algo “común en él” le dijeron. Pero al mismo tiempo no hacían nada, la explicación que le dieron fue que siempre tuvo nexos con personas de poder.

La suboficial Nadia Ibarra portando su uniforme.

Durante más de seis años hasta 2021, cuando radicó la denuncia, Nadia sufrió el hostigamiento y acoso sexual de su superior; acercamientos improcedentes, invitaciones reiterativas a salir pese a su negativa, frases desubicadas y hasta proposiciones sexuales.

Si bien muchos de los compañeros de Nadia “miraron para otro lado” y hasta algunos la acusaron de que “algo debe haber haber hecho para provocarlo”, algunos no.

El subteniente y personal de maestranza, Facundo Oliva, testificó a favor de ella frente a Asuntos de la violencia ejercida por González. ¿El resultado? Fue trasladado cinco veces por hablar, la última vez lo enviaron a Mar del Plata. Además, su terapeuta personal fue el sostén de Nadie todo este difícil tiempo y le permitió sobrellevar el maltrato.

Un día, ante la falta de respuesta y archivado de denuncias de Asuntos Internos decidió acudir al Ministerio de Seguridad, que encabeza Sergio Berni, particularmente a la Superintendencia de Género, para que desplacen a esta persona que cada vez llevaba los límites más allá.

¿Qué le dijeron? Que “iban a rever la situación”. Luego, le indicaron que visite al médico de la Policía para corroborar el acoso, algo sospechoso al tratarse de un acoso y no abuso.

A los días, González en un ataque de ira, abrió la puerta de chapa de un golpe, entró al despacho donde estaba Nadia, la abordó y quiso besarla a la fuerza. Gracias a su entrenamiento pudo sacárselo de encima. A pesar de los gritos y ruidos estremecedores nadie la auxilió.

Daniel Adrián González, jefe de Comando de Berisso, quien acosó durante 6 años a Nadia Ibarra.

Este último episodio llevó a Nadia a que radicara una denuncia penal contra su agresor en el fuero contencioso-administrativo de la ciudad de La Plata. La Justicia pidió pruebas a Asuntos Internos quienes dijeron que las pruebas estaban en manos del Ministerio de Seguridad. Hasta el día de hoy no se proveyó la información demandada por la fiscalía.

Finalmente, el intendente de Berisso, Fabián Cagliardi y la secretaria de Gobierno, Aldana Iovanovich, recibieron a Nadia. Pero le pidieron que no haga públicos los hechos, y le dijeron que lamentablemente “no podían sacarlo (al agresor)”.

En cambio le ofrecieron trasladarla a Policía Ecológica, una de las divisiones que posee la bonaerense que se dedica a cuestiones de la seguridad ambiental y protección del ecosistema.

Fabián Cagliardi, intendente de Berisso desde 2019.

Increíblemente, casi como si se tratara de una película de terror, González fue trasladado a Ecológica junto a Nadia, otra vez como su jefe (debido al escalafón que poseía).

“Logré cambiarme de dependencia y él pidió el traslado conmigo”

Todo esto fue minando la confianza que tenía Nadia en los organismos públicos y decidió hablar con la prensa junto con otras víctimas de violencia de género de policías bonaerenses. Nadia fue a a diferentes medios porteños hasta que se contactó con el periodista Gabriel Levinas y logró aparecer en un informe del programa Periodismo Para Todos (PPT) del periodista Jorge Lanata.

La visibilidad que le dieron los medios fue de gran beneficio para su caso y la de sus compañeras, quienes comenzaron a ser recibidas por políticos.

Algunos, sin embargo, no pensaban involucrarse. A pesar de intentar verlo personalmente e intentar vía WhatsApp al ministro de Seguridad de la provincia, Sergio Berni… Nadia no obtuvo más que un visto.

Luego gracias a todo el revuelo del informe de PPT, Berni la recibió, más por compromiso que por querer ayudarla realmente. Por meses, Berni supo lo que pasaba, conocía las denuncias de mujeres policías y no tomó ningún curso para apartar a los responsables y contener las víctimas.

Sergio Berni, ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, de 2019 a la fecha.

Finalmente, en este contexto asfixiante una jueza en lo contencioso administrativo de La Plata le otorgó una licencia de 70 días siendo la primera mujer policía de la Provincia de Buenos Aires en otorgarle licencia por violencia de género. La magistrada también dictaminó que mantenga el gozo a sueldo, que bajo ningún aspecto pueda ser trasladada y estableció una perimetral sobre González de ella y su familia.

González por su parte interpuso un bozal legal sobre Nadia, no lo puede nombrar (algo que respetó durante la serie de entrevistas que mantuvimos).

Luego de que su caso se haga público, Nadia fue recibida por concejales berissenses y de la Plata, por el Municipio de la capital de la provincia, y por diputados y senadores nacionales.

Daniel Adrián González fue trasladado de Ecológica, pero sigue en actividad en Quilmes como jefe de turno y portando arma.

Carla hace más de 25 años es policía de la Provincia de Buenos Aires y está separada desde 2014 de su ex pareja, otro comisario justamente, denunciado ante Asuntos por violencia de género, el cual también presenta una problemática aguda de consumo de drogas.

Su ex pareja tiene varios hijos con diferentes mujeres, razón por la cual, debe pagar varias cuotas alimentarias, una le corresponde a Carla, quien tiene dos hijos con él. Uno de ellos, el menor padece una dificultad de aprendizaje y necesita de terapia especial para ir mejorando paulatinamente su condición.

“Nunca le importó su hijo” cuenta Carla. Los malos tratos a ella y a su hijo eran moneda corriente, y en una oportunidad, tuvieron que llevar al pequeño al hospital por una lesión provocada al ser levantado violentamente por su padre.

Para no pagar esa cuota alimentaria, su ex marido presentó certificados médicos que decretaban que la madre de sus hijos, Carla, no estaba apta psiquiátricamente para criarlos.

Junto a su abogado, el comisario consiguió un información médica privada con diagnósticos DSM que corresponden a trastornos mentales, que en realidad se basaban en problemas del embarazo de Carla, que nada tenían que ver con esto. Pero que buscaban catalogarla de peligrosa, y así lograr que ninguno de sus hijos tenga contacto con ella y no mandarles el dinero de alimentos, hasta que acredite un alta psiquiátrica.

Un juzgado de Familia de Lomas de Zamora que debía resolver esta situación incorporó como prueba esos documentos médicos y dictaminaron que el padre no pague la cuota alimentaria hasta que Carla tenga su apta psiquiátrica. Debido a estos certificados médicos también le retiraron el arma reglamentaria a Carla.

La situación que cada vez se tornó más angustiosa para ella, la llevó a acudir a la Superintendencia de Género que responde al Ministerio de Seguridad, donde fue asesorada por una abogada de turno, ya que previamente en la comisaría más cercana no le tomaron la denuncia. Impotente, Carla le mandó un mensaje por Wsp a Berni, quien fiel a su estilo le clavó el visto.

Estas idas y venidas de cambiar de casa constantemente ocasionó que el menor perdiera varias sesiones de terapia e hiciera retrocesos en su proceso terapéutico. Pero finalmente, los dos hijos quedaron con Carla, con su apta recuperó su arma y consiguió la cuota que su ex intenta cada vez que puede no mandarla. Carla rezaba antes por el arma que por el dinero.

La recaudación

La protagonista de recién, Carla, a partir de diciembre de 2017 estuvo a cargo de un centro de despacho en San Vicente a 50 km de Capital. Una dependencia bajo la Superintendencia de Comunicaciones, que se encargaba de recibir las llamadas 911 y asistirlas mediante el sistema CATE (Central de Atención Telefónica de Emergencias), por el cual tienen 3 minutos para asistir la urgencia.

Se desempeñó como titular de esta dependencia, de forma normal, durante tres años y medio hasta que en plena pandemia del año 2020, un Comisario inspector desembarcó ahí y ocupó el departamento de Redes Operativas.

Tiempo después, este mismo ascendió a Comisario mayor, y quedó como jefe directo de Carla, el cual comenzó a pedir dinero a los subalternos que dependían de él, es decir, a ella entre varios. La uniformada explicó que el dinero no provenía de ilícitos sino del mismo sueldo de los efectivos. Los muchachos “colaboraban” para no tener problemas.

Todos los meses del 1 al 5 de cada mes como si se tratara del pago de servicios. ¿Por qué pedían este dinero? En palabras de ella, era una retribución de agradecimiento por mantener tu escalafón de subjefe y una garantía de que no te iban a perjudicar.

Frente a esto, y luego de algunos meses donde tuvo que colaborar, en un momento, el canon ya era de 10 mil pesos. Carla decidió no aportar más y pedir el traslado a otra dependencia.

Uniforme de la policía de la Provincia de Buenos Aires.

En ese momento, es cuando comienza un hostigamiento del Comisario a ella. Todo el tiempo insultos y aprietes eran parte de la rutina diaria.

El Comisario recaudador en cuestión junto con otro subjefe se encargaban de recibir las denuncias de emergencias del CATE.

En una oportunidad, le indicó Carla que instruya al radioperador que ante un determinado llamado urgente recibido, no digan que no podían auxiliarlo por falta de móviles o recursos, sino que manifestaran que la ayuda va en camino. Decirle la verdad al vecino que llamó perjudicaría las estadísticas y datos del distrito, por lo que había que mentir y cerrar con los números previstos.

En una oportunidad, Carla recibe el llamado de que un grupo de vecinos habían incendiado la casa de un presunto violador ante la inacción de las fuerzas policiales y la Justicia. Al tomar conocimiento de esto, le pasa el caso a su superior el Comisario mayor, quien le reprocha haberle pasado esto, la insulta y por teléfono le dice ¿Vos te pensás que yo no sé qué lugar ocupo yo y dónde estás vos?. Ese fue el momento de inflexión donde Carla envuelta una crisis nerviosa, no aguantó más y pidió licencia.

Durante el año de licencia que tuvo, ninguna autoridad la llamó para pedirle explicaciones o auxiliarla frente a su situación. Cuando retomó la actividad, el Comisario recaudador le había bajado la calificación, de 10 puntos a 5.

Frente a esto, Carla quiso realizar una denuncia penal en la Justicia pero no se la quisieron tomar.

Un día revocaron la orden que pesaba por su ex esposo ya narrada y fue a buscar el arma al Ministerio de Seguridad. Ahí la esperaba el mismo Comisario que recaudaba en Comunicaciones; quien mientras hacía los trámites para retirar el arma la miraba, yendo de un lado para otro pero sin quitarle mirada. Él sabía que ella no había querido “colaborar”. “Fue una experiencia tortuosa como nunca pasé“ relata.

El tiempo pasó, y un día se juntó con el superintendente de Comunicaciones de la fuerza y el que fuera su director operativo, superiores al Comisario recaudador. Al terminar de hablar con ellos se dio cuenta que estaban más preocupados en que se calle la boca, que en darle una solución.

Sin embargo, logró que la trasladaran de dependencia, al centro de despachos de Comunicaciones del área de Servicios básicos. Tanto el Comisario recaudador como su ex pareja siguen siendo parte de las fuerzas.

Puntos y contrapuntos

A partir de estos casos y del resto de las mujeres policías que contaron su testimonio a otros medios, como a Canal Trece (PPT), más todos los datos recabados, con la documentación pertinente y los expedientes de denuncia, se puede identificar que existe una estructura para encubrir cualquier caso de acoso o abuso sexual, como de ilícito propio de la fuerza.

Además, existen fuertes indicios de una especie de sistema en cuanto a una recaudación que hacen determinados jefes policiales, que va de abajo hacia arriba y que podríamos delinear como “una estructura de burocracia paga” donde se paga una suma para todo; traslados, falsear estadísticas, tener un mejor cargo, para que no me molesten: todo tiene su precio.

Hace 25 años en el libro “La bonaerense: historia criminal de la policía de la provincia de Buenos Aires” de los periodistas Ricardo Ragendorfer y Carlos Dutil ya se exponía una estructura recaudatoria que si bien se desarticuló en varios aspectos, pareciera que siguiera existiendo en diferentes formas. Es por eso que las víctimas de este sistema tienen terror a hablar de esto. Si los actores cuentan con la protección de Asuntos Internos, aún en casos de abusos sexuales.

El gran embudo de Asuntos Internos es una prueba fehaciente del corporativismo de la policía, donde hay civiles y policías compañeros que no avanzan en las investigaciones ni en medidas para cambiar las situaciones que sufren sus pares. Asuntos es un organismo interno especializado en archivar y desaparecer denuncias; exactamente lo contrario de para lo que fue creado.

Ni la Justicia ni la política han demostrado tener voluntad para cambiar esto.

Gracias a la lucha de Nadia Ibarra hoy chicos de primaria hacen trabajos sobre violencia de género en base a su historia. Algo que entre tanto miedo y oscuridad la emociona y llena de orgullo, siendo una referente para ayudar a cualquier persona que esté pasando por esta pesadilla.

Carla tiene bajo su techo a sus hijos después de que su ex marido haya intentado pasarla por insana para arrebatárselos y no pagarle los gastos de estos.

“¿Llegan a matar personas por esto (por hablar de la policía)?”. “Siempre hay accidentes” nos respondió una de ellas.

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Editor jefe en El Punto Medio, especialista en periodismo de investigación, con experiencia en gráfica, radio y portales digitales.
Periodista y Lic. en Comunicación Social por el Colegio Universitario de Periodismo (CUP) y la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE).

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